Cada 1° de mayo nos convoca a reflexionar sobre la organización colectiva de los/as trabajadores/as. En este día se conmemora a los mártires de Chicago, quienes fueron brutalmente reprimidos en 1886 por las fuerzas de seguridad estadounidenses por participar en luchas por la reducción de la jornada laboral a 8 horas. La fecha fue establecida por el Consejo Obrero Socialista de la Segunda Internacional de Trabajadores en 1889. Si bien el hecho tomó lugar en Estados Unidos, allí no se celebra el día del trabajador/a el primero de mayo, sino el día del trabajo el primer lunes de septiembre. Lo simbólico de lo individual versus lo colectivo no es algo azaroso, sino una intención sistemática en desacreditar las luchas alcanzadas desde la organización colectiva.

Los derechos conquistados son el fruto de luchas de trabajadores/as que nos preceden y es importante sostener lo logrado para no perderlo, la variable de ajuste no pueden ser los/as trabajadores/as. El contexto actual se encuentra signado por una clase trabajadora golpeada, luego de la gestión Cambiemos y tras dos años de pandemia, en la cual los únicos ganadores fueron los mismos grupos económicos de siempre. Los datos recientes sobre distribución del ingreso nacional muestran un claro retroceso del trabajo en beneficio del capital. 

Resulta imperioso garantizar un salario digno para todos/as los trabajadores, valorizar el rol de la economía popular, reconocer y extender los derechos asociados al empleo a todos/as los/las trabajadores/as. Consideramos fundamental apoyar la ejecución de acciones y políticas que disminuyan la desigualdad de género presente en el mundo del trabajo. Para ello es necesario repartir las tareas del cuidado que recaen en mayor medida sobre las mujeres. En relación con las tareas de cuidado no remunerado dentro del hogar, la participación de las mujeres supera el 30%; en cambio, la de los varones no alcanza el 19% (INDEC, 2022).

Según el CIPPEC, la brecha salarial entre varones y mujeres en Argentina es de 27 puntos porcentuales, pero esa no es la única problemática de las mujeres en el mercado de trabajo. Este dato refleja además el llamado techo de cristal que impide o limita el acceso de las mujeres a los puestos de decisión y poder que son, además, los mejores pagos. 

Nuestra Facultad no es la excepción a lo que sucede a nivel general. La precarización de las condiciones de trabajo se ven reflejadas en la falta de llamados a concursos, falta de redistribución de los salarios docentes dentro de las cátedras por jubilaciones, la imposibilidad muchas docentes de acceder a los cargos de titular de cátedra (principalmente si son mujeres). En la Carrera Relaciones del Trabajo esto es mucho más preocupante porque se combina con un discurso público a favor de la igualdad de género que no se condice con las políticas que llevan adelante los varones a cargo. 

Este doble discurso de la gestión actual lo comparten con la alianza “Somos RT – Ues” lo que se materializó en la última discusión de materias optativas. Este espacio, que ya conocemos bien y ahora se hará de la gestión de la Carrera, quiso dar de baja la materia de acoso laboral que cuenta con designación docente y no estuvo de acuerdo en la incorporación de una materia sobre diversidad sexual y trabajo. 

Los derechos de los/las trabajadores y las políticas de igualdad de género se muestran en las acciones cotidianas en la Carrera y no en frases vacías en un flyer electoral que maquillan la falta de gestión. Consideramos que es fundamental como estudiantes, docentes y graduados/as en Relaciones del Trabajo pronunciarnos en contra de todas las medidas que sean desfavorables para los y las trabajadores/as fuera y dentro de la Facultad. Por eso, este año sostenemos una vez más que solo lucha organizada se puede defender y conquistar nuevos derechos.

  • Ascenso de las mujeres a cargo a los puestos que les corresponden 
  • Reconocimiento de las trayectorias en los concursos y salarios acordes a las dedicaciones
  • Perspectiva de género transversal en todas las materias
print