“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la

figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la

civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se

califica de femenino”

Simone de Beauvoir, El segundo sexo

 

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Ese día se reafirma “la plena participación, en condiciones de igualdad, de la mujer en la vida política, civil, económica, social y cultural”.

Por lo general se menciona como un hecho emblemático el incendio ocurrido en la fábrica textil Compañía de Blusas el Triángulo en Estados Unidos el 25 de marzo de 1911 puesto que reavivó los reclamos de las trabajadoras que venían denunciando las pésimas condiciones laborales a las que eran sometidas. La tragedia dejó un saldo de 146 trabajadores muertos, en su mayoría mujeres.

Sin embargo, la lucha de las mujeres por sus derechos ya tenía varios años. Muchas de las trabajadoras muertas venían participando de la lucha por sus derechos y habían encabezado la huelga del invierno de 1909.

Las obreras les reclamaban a sus patrones mejoras salariales, reducción de la jornada laboral a ocho horas, descanso dominical y el fin de la explotación de los niños; y al gobierno federal, el control de las condiciones de higiene y seguridad. Denunciaban la inexistencia de salidas de emergencia y de elementos para combatir incendios, muy frecuentes en el rubro textil.  En 1914, las mujeres del mundo lanzaron un llamado de fraternidad universal y fijaron el 8 de marzo como fecha universal dedicada a la mujer luchadora (1)

Más allá de las discusiones existentes sobre cuál fue el hecho que originó el la conmemoración del Día Internacional  de la Mujer Trabajadora, no hay dudas que la evocatoria tiene una connotación política,  de reivindicación de derechos de las mujeres.Repudiamos toda banalización que se pretende realizar cuando se presenta la figura de la mujer reducida a estereotipos que afirman la opresión de género.

Desde aquellos días, hemos sido testigos de una gran expansión de los derechos de las mujeres. Más niñas van a la escuela y se gradúan en universidades y hay más mujeres en posiciones de liderazgo. No obstante, la igualdad de derechos entre géneros sigue siendo un objetivo lejano.

Desde sus aspectos más dramáticos como la violencia sobre las mujeres o la trata, hasta aquellos – en apariencia más inofensivos – como las publicidades televisivas que adscriben roles de género; observamos la urgente necesidad de un cambio cultural que a nuestro juicio debería partir de las mismas mujeres.

Ante cualquier medición mundial de indicadores de desarrollo humano tales como pobreza o analfabetismo  se observa que las mujeres prevalecen sobre los hombres. La reducción de desigualdades de género conduce a un crecimiento integrador y redunda en una mejora para la sociedad en conjunto (2).

El mensaje clave que captura lo que realmente tenemos que hacer es el imperativo ELLA.

E (S) representa la seguridad de las mujeres y las niñas de todas las formas de violencia,
LL (H) representa sus derechos humanos, incluidos los derechos sexuales y reproductivos, derecho a la tierra, la igualdad salarial, el reconocimiento de los cuidados no remunerados, y todos los derechos y oportunidades que le corresponden

A (E) significa una toma de decisiones fortalecidas (mediante el empoderamiento) y lleno liderazgo y la participación en todas las esferas de la vida (3).

 

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